Kala o Yama es el responsable de traernos a la inevitable realidad de la temporalidad de la existencia material. Nadie puede sustraerse a la acción del paso de tiempo. Nadie escapa a la fragilidad de la existencia condicionada. Pero los Maestros Perfectos nos brindan la oportunidad de trascender del plano material y situarnos en la plataforma de lo inmortal. El estado que no se haya sujeto a cambio, sufrimiento o decaimiento. No es una violación de las leyes naturales, sino una ley natural también que funciona en otra dimensión de la existencia. El plano incondicionado. Aún viviendo en este plano, quién ha entrado en el Darbar (círculo íntimo de lo Divino) vive su existencia con una visión de su relatividad que le permite ver toda la obra del teatro cósmico y actuar en ella, sin implicarse más de lo necesario. Diferenciando su realidad de su papel temporal. Es así que el Señor vence a Kala, y podemos decir como dice la Biblia: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" 1 de Corintios, 15:55.
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